RIBADAVIA

En estas vacaciones hemos pasado unos días en Galicia. No voy a hablar aquí de su belleza, de su gastronomía sensacional, de su gente, de sus paisajes…  Pero sí quería  relatar una  experiencia muy positiva y un buen ejemplo de propuesta de valor en los servicios turísticos.  En la oficina de turismo de Ribadavia nos ofrecieron una audioguía – por un precio razonable -, para explorar las dos principales atracciones: el castillo y la Judería.  Me diréis “¿Qué tiene de especial una audioguia? ¡Vaya novedad!”.

Pero la audioguía era especial, ya que contiene una presentación teatralizada.

castillo
La visita al castillo empieza así: “Shalom aleijem – que la paz sea con vosotros – soy Judá Pérez, Administrador de la casa y esta es mi nieta Raquel, báculo de mi vejez”. Estos dos personajes te llevan de la mano, te invitan a sentarte, a escuchar historias de batallas, de asedios, pero también episodios de vida cotidiana en los que han participado. De esta forma entras en la Historia, te diviertes, te emocionas… Incluso te preocupas, ya que el pobre Judá, ya mayor, se cansa y tose tras subir las escaleras… Menos mal que está Raquel para tomar el relevo en los momentos más críticos…

La segunda parte de la visita – la Judería-, corre a cargo de un trovador, que te guía en las callejuelas y te invita a fijarte en las placas del suelo o en esa ventana ahí arriba, desde donde él cantaba a la luna…

juderia

¡Bien por Ribadavia! Bien por crear una experiencia para el turista, bien por centrarse en el cliente, en su comodidad y en su disfrute. Las audioguías de Ribadavia consiguen involucrar, hacer que la visita se convierta en experiencia, sumergir al turista en lo que está viendo, hacer que se concentre, que aprenda de forma amena y que desconecte de todo lo demás. Pude comprobar con mis ojos como la visita resultaba amena para grandes y pequeños y ya se sabe que la historia y las visitas culturales no son bocado fácil para todo el mundo…

Aunque, para ser justa, no puedo ocultar otra apreciación, esta vez no tan positiva. En el centro abundan modernos “gastrobares” de nueva creación, pero faltan comercios tradicionales, artesanía, sabor local. La recuperación y la revitalización de los centros históricos debe tener en cuenta y apoyar a los emprendedores con ideas y pasión, para que, gracias también a su esfuerzo, los centros históricos puedan cobrar auténtica vida.